Por fin termina agosto y volvemos a la normalidad y queramos o no, la normalidad es un nuestro estado deseado.

‌Retomando la normalidad diaria, vemos en los periódicos, telediarios y en la vida cotidiana que estamos en el mismo punto que en julio, básicamente el nivel informativo no ha cambiado.

‌Se toma está situación como extraordinaria, y según la tendencia política, más o menos caótica. Pero todos aquellos a los que nos gusta la historia sabemos, que todas estas circunstancias se han repetido en multitud de ocasiones a través de los siglos.

Los enfrentamientos entre distintos pensamientos políticos se producían de la misma manera en Roma durante las guerras sertoriales.
Con Mario, tío de Julio César y Sertorio, estaban los populares, que pedían mayor poder y autonomía para el pueblo y las ciudades aliadas.

En otro lado los optimates, que pretendían mantener el estatus de poder y riqueza de los senadores y los ricos de la República.

‌ Es decir el pueblo frente a la élite, todo igual.

Por otro lado teníamos las andanzas de las distintas esposas de los emperadores, que generaban múltiples problemas de relación con el Senado.
Recordar el dicho: la esposa del emperador no solamente debe ser pura, debe parecerlo.